martes, 18 de enero de 2011
caminemos juntos
- Y es que las historias están hechas para contarse...
- ¿Y por qué entonces no contamos la nuestra?
- Porque no hay una nuestra… nunca la hubo...
- Te gusta hacerme daño... ¿verdad? Aún no entiendo cómo, después de tanto tiempo, puedes decir que no hay nada aquí...
- Porque sé, que si lo digo me lo empezaría a creer… y no quiero.
- ¿Por qué? ¿Por qué por una vez no dejas de ser el mismo imbécil de siempre y piensas un poco?
- Te estás pasando...
- No más de lo que te pasas tú... bueno, sigue... ¿Por qué? ¿Por qué no quieres creértelo?
- Porque después de tanto tiempo me di cuenta de que lo nuestro nunca saldría bien...
- ¿Cómo lo sabes si nunca lo intentamos?
- Sinceramente... no lo sé.
- Me lo imaginaba... es que sólo sabes pensar en ti.
Se quedó callado, y se acercó. Y no la beso, como era lo esperado, no. Se sostuvieron la mirada durante un largo rato. Ni una palabra. Era una mirada que reflejaba algo más parecido al odio que a cualquier otra cosa. Pero él, pareció cambiar de idea, cambió su postura de cabezota, y cedió por una vez y se acercó más a ella.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario